El ágora de 13 Rue de l'Ancienne Comédie:

El ágora de 13 Rue de l'Ancienne Comédie: Viendo la vida pasar
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domingo, 25 de abril de 2010

La mujer desnuda, de Desmond Morris. The naked woman.


Se trata de un estudio del cuerpo femenino. Desde el pelo de la cabeza hasta las uñas de los pies nada se escapa a la mirada de Desmond Morris que, como un "friqui" del cuerpo humano, va analizando de forma sistemática y ordenada todo lo que se puede ver en el cuerpo de una mujer. Libro intenso, con multitud de detalles perfectamente descritos, aunque se echan en falta más dibujos o fotografías.
En "La mujer desnuda" se pormenorizan las funciones de todas y cada una de las partes de la hembra del homosapiens, su variabilidad y evolución desde nuestros ancestros así como hipótesis sobre las funciones de cada una de esas partes, especialmente en sus aspectos eróticos, o de atracción hacia el macho, con el objetivo de llamar su atención para ser la elegida entre sus competidoras.
Desde el origen de los tiempos la mujer ha tratado de realzar, con toda suerte de artilugios y recursos, lo que en cada momento histórico, y en cada organización humana, se ha considerado que era femenino. Morris lo relata con profusión, como también lo hace con los movimientos sociales que, a contracorriente, han promovido el cambio del rol que tradicionalmente se ha adjudicado a la mujer y que han influído en la moda y en los usos y costumbres femeninos.
Muchos aspectos curiosos e interesantes se pueden leer en "La mujer desnuda", lectura muy útil para conocer bien a la mujer y sus resortes, para atraerla y complacerla.
"La mujer desnuda" está editado por Planeta en 2005 y traducida por Miguel Hernández Sola y Virginia Villalón.

Imagen 1: Alberto Lazo (Creative Commons)
Imagen 2: Valerie Everett (Creative Commons)

miércoles, 7 de abril de 2010

Hablando de París (4): La cola para subir a las torres de Notre-Dam es de risa. Speaking of Paris: The line to climb the towers of Notre-Dam is a joke

Si se pasa por la Rue du Clôitre junto a la catedral de Notre-Dam es posible que sientas cómo una mano te ha cogido la tuya, que alguien camine a tu lado, muy cerca, sin que lo percibas porque estás entusiasmado mirando los altos de la catedral, que notes un brazo en tu hombro y que al mirarlo compruebes que su aspecto no es el del brazo de quien te acompaña. Si sucede alguna de estas cosas buscarás la cara de quien está tan próximo a ti, del propietario de la mano o del brazo y encontrarás un rostro tan sorprendente que pegarás un respingo y el corazón se te acelerará del susto. En ese momento oirás que estallan un montón de carcajadas de los que aguantan la cola para subir a las torres de Notre-Dam y que han presenciado toda la escena. La máscara te pedirá disculpas con gestos y terminarás tu y tus acompañantes, normalmente, sonriendo.


Ni que decir tiene que los integrantes de la cola están la mar de entretenidos con las idas y venidas del bromista que sorprende a los viandantes. Algunos se harán fotos para tener un recuerdo de lo bien que lo pasaron en aquella cola de horas de duración. Así todos contentos. Los que aguardan porque se alivia la espera y el bromista porque sus gracias son recompensadas cuando pasa la gorra. La verdad es que es de agradecer la presencia de un bromista ante una larga y lenta cola.


En las torres de la catedral esperan quimeras, campana, vistas, gárgolas y escaleras. El tiempo empleado habrá merecido la pena.
La entrada para subir a las torres cuesta 8 euros, para los menores de 18 es gratis. Para el de la máscara, la voluntad.