El ágora de 13 Rue de l'Ancienne Comédie:

El ágora de 13 Rue de l'Ancienne Comédie: Viendo la vida pasar
TRANSLATE /TRAUDIRE/ /TRADUZIR/ /ÜBERSETZEN/ /TRADUCI/ /Перевести/ترجمة

martes, 28 de julio de 2015

La memoria en los libros. Primera entrega. De compras y epílogo

Sábado. Habíamos quedado los cuatro en la esquina del paseo del Prado y subimos la cuesta curioseando entre puestos y casetas.
Me retrasé respecto a los demás al quedarme hojeando algunos ejemplares. Al cabo de un rato, me hicieron señales indicando que tenían  el libro buscado, solicitado por el profesor de Lengua. Les dije con la mano que esperasen y terminé de pagar mi compra. Al llegar a su altura, el que sujetaba un libro se colocó el pelo detrás de las orejas. <<Yerma>>, me dijo. <<¿Cuál has comprado tú?>>, preguntó, cogiendo el libro de mis manos. <<Poder sin moral. Historia de las SS. Reimund Schnabel>>, leyó en voz alta.
Fue una dura manera de comenzar a poseer libros, no esos libros que pueden estar en casa y pertenecen a todos, me refiero a libros personales, elegidos y adquiridos por uno mismo. Haciendo memoria, quizá fuera el segundo de la colección, tras Pregúntale a Alicia, un regalo de cumpleaños. No se puede decir que fuesen unos comienzos muy festivos. La impresión causada por la lectura de documentos oficiales, por la contemplación de las fotografías y de los planos de los múltiples campos de concentración y exterminio permanece imborrable. Durante años me asaltaba una sensación de estupor si la mirada tropezaba con el lomo.
Tuve conocimiento de la II Guerra Mundial, como de la conquista del Oeste y de la Guerra Civil de los Estados Unidos, gracias a mi afición por los tebeos, en los que me enseñaron a leer precozmente; pero, como es lógico, me dieron un conocimiento superficial de esos acontecimientos históricos. En Hazañas Bélicas no nos mostraban el Holocausto, ni tuve una idea cabal de lo que significó hasta que  conocí la obra de Schnabel, comprada en la Cuesta Moyano.
EPÍLOGO CON ENTREVISTA
Pregunta. ¿Qué pretendes con La memoria en los libros? ¿Escribir una autobiografía?
Respuesta. No. No es que vaya a escribir mis memorias en este blog. La idea es la de dar unas pinceladas sobre los libros que han significado algo para mí, volver a poner los libros en la memoria, y no al revés.
P. ¿Eso significa que habrá una segunda entrega?
R.  Antes de contestar a tu pregunta permíteme que me excuse por traer a colación en el blog un tema tan serio como es el Holocausto en una época del año en la que se tienen en mente las vacaciones y el disfrute del verano. No es mi intención amargar la fiesta a nadie. Y ahora vamos con la respuesta: habrá una segunda entrega si alguno de mis libros me lo dice y me apetece recordar la pequeña historia que hay detrás de él.
P. ¿Te hablan los libros?
R.  Sí, me hablan. En determinadas circunstancias pueden, incluso, levantar la voz.
P. Y Poder sin moral, ¿cuándo te habló?
R.  La entrada no es una respuesta a bromas que se hayan podido hacer con el Holocausto. Me dispuse a recordar sus circunstancias en el setenta aniversario del fin de la II Guerra Mundial. Ahí surgió la idea, pero hasta ahora no he tenido la ocasión de escribirla. La conmemoración me sirvió para reflexionar sobre la forma en la que conocí con más profundidad la Guerra, aunque la palabra guerra se queda corta.
P. Ya que lo mencionas, ¿qué te parecen ese tipo de bromas?
R.  Bueno… Ya he dicho que el libro me impresionó muchísimo. Yo creo que he producido anticuerpos intelectuales y determinadas actitudes no las comprendo.
P. ¿Y qué opinas del empleo de la sátira?
R.  Entiendo su uso cuando se dirige contra el poder, sobre todo si es autoritario, cuando existen trabas para expresarse en libertad; en este caso es un acto de valentía. Si se utiliza para tirar la piedra y esconder la mano, para herir o burlarse de  personas que, de esa forma, no se pueden defender, no es un acto de valentía, ¿verdad? Tengo muy malas experiencias con los dobles sentidos. Quizá sea divertido para el que los formula; pero, cuando se generalizan, ya no se sabe lo que sirve y lo que no, y se cortocircuita cualquier posibilidad de comunicación sincera. Es una pena. Debe ser que también he producido anticuerpos intelectuales frente a ese tipo de cosas, ja, ja.
P. ¿Parece que le das mucha importancia al personaje de la melena?
R.  Es un pequeño homenaje al más intelectual de mis compañeros. Me inculcó su afición por pasear entre las casetas de la Cuesta Moyano.
P. Mencionas mucho ese lugar de Madrid…
R.  Se nota que conoces mis escritos. Sí. He pasado muchos ratos recorriendo sus casetas.
P. Bien. Solo me queda agradecerte la entrevista.
R.  No, por favor. Gracias a ti.

viernes, 24 de julio de 2015

La memoria en los libros. Primera entrega. Fama

En el aula, minúsculo punto en aquella piel de toro con caspa, la conversación fue reduciendo su amplitud hasta quedar solamente en manos de nosotros dos. Un compañero entró, procedente del aseo, secando todavía el compás con el trapo lleno de manchas de tinta. <<¿De qué se habla?>>, pero no recibió respuesta. Yo exponía mis opiniones sin cesar de mirar la lámina, raspando con una hoja de "Sevillana" para eliminar el desliz cometido al rotular mi nombre. El profesor dejó de corregir dibujos, levantó la vista y, con los brazos extendidos, apoyó las manos en los extremos de su mesa, dispuesto a prestar la máxima atención. Mi contrincante dialéctico mantuvo la mano izquierda sobre la escuadra y el cartabón, en posición de trazado de paralelas, irguió la cabeza y con un par de dedos de la mano derecha colocó tras la oreja la guedeja que le tapaba media cara; mostró su sonrisa benevolente, esa que producía la sensación de ser objeto de su indulgencia por muy equivocadas que fuesen tus ideas. <<¡Bah! ¡Bah! Mira muchacho…>>, dijo como preámbulo a sus próximas frases. Y durante un rato empleó el tiempo en ensalzar el talante y la filosofía de vida de los ingleses, en detrimento de la rigidez, la austeridad y laboriosidad de los <<cabezas cuadradas>>  de los alemanes.

miércoles, 22 de julio de 2015

En la memoria de los libros. Primera entrega. Tinta china


El grupo está formado por pocos alumnos, apenas una docena bien avenida. Las clases de dibujo son relajadas. Se trata de ir reflejando en la lámina el esquema de fabricación de, pongamos, ácido sulfúrico: tolvas, conducciones, depósitos, válvulas, llaves...
En ocasiones, no se oye más que alguna interjección causada por un error en el trazo, el ir y venir sobre el papel de una hoja de afeitar para eliminar con la mayor delicadeza posible el chino que dejó una gota de tinta incontrolada, la banqueta que se arrastra, el picaporte de la puerta del aula cuando alguno de nosotros necesita ir al aseo para limpiar un instrumento de dibujo, o el camión que se esfuerza por superar la cuesta de la calle; el profesor y los alumnos son viejos conocidos y hay suficiente confianza para salir y entrar sin pedir permiso. Pero otras veces surge con naturalidad la chispa de la conversación, sin levantar la voz, sin alboroto; todos están atentos y se interviene con orden, siendo el profesor uno más en el aporte de comentarios. La charla puede establecerse solamente entre dos; las cabezas miran al papel, los brazos se apoyan en el tablero de la mesa de dibujo; únicamente la pareja de interlocutores se gira levemente, establecen contacto visual y lanzan sus argumentos.

viernes, 17 de julio de 2015

En la memoria de los libros. Primera entrega. Parafernalia y realidad


Teníamos una pobre impresión de nuestro país. A ello se llegaba por lo que la gente se decía, lo que escuchabas en casa, lo que comentabas con los amigos. Así debía ser porque el régimen solo propagaba triunfalismo y parafernalia; la Iglesia solo se dedicaba al otro reino, cuando no bendecía a las autoridades; la radio, la televisión y casi todos los periódicos ejerciendo como la voz de su amo o de estómagos agradecidos; y en el colegio, salvo un loco y ya en los últimos estertores de la dictadura, ningún profesor decía esta boca es mía.
A pesar de los silencios oficiales, nada impedía un sentir general de inferioridad como nación y un extendido pesimismo. No nos conmovía la bandera ni el himno, ni siquiera la selección española. Todavía, seguramente, no hemos sabido sacudirnos la sombra de aquellos años ominosos. Todo lo de fuera era mejor; español y mala calidad eran sinónimos.
No es de extrañar que en la etapa en la que se empieza a buscar una identidad se eligiera, como el que elige su equipo de fútbol favorito, un país al que alabar, admirar e identificarse con los supuestos valores que poseen sus ciudadanos. De esta forma te definías ante ti y ante los demás. Se tomaba ese país como referencia porque creías tener unas actitudes y unos principios en consonancia con él o, al menos, aspirabas a tenerlos. Estereotipos, sí; pero servían para ir formando la personalidad, como sucedía con otros aspectos de la vida.

martes, 14 de julio de 2015

En la memoria de los libros. Primera entrega. Un estilo singular


Quizá fuese por eso, por su larga cabellera, tan inusual entre los chicos de aquel momento y lugar, por lo que daba la impresión de poseer una fuerte personalidad. La serenidad, permanentemente instalada en su forma de ser, y la expresión del rostro, que bien pudiera pasar por sarcástica, producían el efecto de poner en guardia, y de pensárselo dos veces, a cualquier profesor dispuesto a abusar de su autoridad.

miércoles, 8 de julio de 2015

En la memoria de los libros. Primera entrega.

La raya, perfecta, separa en dos hemisferios el cuero cabelludo, y el pelo, negro, forma una melena hasta los hombros. Su gesto habitual consiste en colocarse el cabello, que pugna por tapar la cara, detrás de las orejas. Se puede decir de su sonrisa que es un signo de suficiencia, con aires paternalistas, pero no llega a molestar porque goza de cierta autoridad.