Sábado.
Habíamos quedado los cuatro en la esquina del paseo del Prado y subimos la
cuesta curioseando entre puestos y casetas.
Me retrasé
respecto a los demás al quedarme hojeando algunos ejemplares. Al cabo de un
rato, me hicieron señales indicando que tenían el libro
buscado, solicitado por el profesor de Lengua. Les dije con la mano que
esperasen y terminé de pagar mi compra. Al llegar a su altura, el que sujetaba
un libro se colocó el pelo detrás de las orejas. <<Yerma>>,
me dijo. <<¿Cuál has comprado tú?>>, preguntó, cogiendo el libro de mis
manos. <<Poder sin moral. Historia de las SS.
Reimund Schnabel>>, leyó
en voz alta.
Fue una dura
manera de comenzar a poseer libros, no esos libros que pueden estar en casa y
pertenecen a todos, me refiero a libros personales, elegidos y adquiridos por
uno mismo. Haciendo memoria, quizá fuera el segundo de la colección, tras
Pregúntale a Alicia, un regalo de cumpleaños. No se puede decir que fuesen unos
comienzos muy festivos. La impresión causada por la lectura de documentos
oficiales, por la contemplación de las fotografías y de los planos de los
múltiples campos de concentración y exterminio permanece imborrable. Durante
años me asaltaba una sensación de estupor si la mirada tropezaba con el lomo.
Tuve
conocimiento de la II Guerra Mundial, como de la conquista del Oeste y de la
Guerra Civil de los Estados Unidos, gracias a mi afición por los tebeos, en los
que me enseñaron a leer precozmente; pero, como es lógico, me dieron un
conocimiento superficial de esos acontecimientos históricos. En Hazañas Bélicas
no nos mostraban el Holocausto, ni tuve una idea cabal de lo que significó
hasta que conocí la obra de Schnabel,
comprada en la Cuesta Moyano.
EPÍLOGO CON
ENTREVISTA
Pregunta. ¿Qué pretendes con La memoria en los libros? ¿Escribir una
autobiografía?
Respuesta. No. No es que vaya a escribir mis
memorias en este blog. La idea es la de dar unas pinceladas sobre los libros
que han significado algo para mí, volver a poner los libros en la memoria, y no
al revés.
P. ¿Eso significa que habrá una segunda entrega?
R. Antes de
contestar a tu pregunta permíteme que me excuse por traer a colación en el blog
un tema tan serio como es el Holocausto en una época del año en la que se
tienen en mente las vacaciones y el disfrute del verano. No es mi intención
amargar la fiesta a nadie. Y ahora vamos con la respuesta: habrá una segunda
entrega si alguno de mis libros me lo dice y me apetece recordar la pequeña
historia que hay detrás de él.
P. ¿Te hablan los libros?
R. Sí, me hablan.
En determinadas circunstancias pueden, incluso, levantar la voz.
P. Y Poder sin moral, ¿cuándo te habló?
R. La entrada no
es una respuesta a bromas que se hayan podido hacer con el Holocausto. Me dispuse
a recordar sus circunstancias en el setenta aniversario del fin de la II Guerra
Mundial. Ahí surgió la idea, pero hasta ahora no he tenido la ocasión de
escribirla. La conmemoración me sirvió para reflexionar sobre la forma en la
que conocí con más profundidad la Guerra, aunque la palabra guerra se queda corta.
P. Ya que lo mencionas, ¿qué te parecen ese tipo de
bromas?
R. Bueno… Ya he
dicho que el libro me impresionó muchísimo. Yo creo que he producido
anticuerpos intelectuales y determinadas actitudes no las comprendo.
P. ¿Y qué opinas del empleo de la sátira?
R. Entiendo su
uso cuando se dirige contra el poder, sobre todo si es autoritario, cuando existen
trabas para expresarse en libertad; en este caso es un acto de valentía. Si se
utiliza para tirar la piedra y esconder la mano, para herir o burlarse de personas que, de esa forma, no se pueden
defender, no es un acto de valentía, ¿verdad? Tengo muy malas experiencias con
los dobles sentidos. Quizá sea divertido para el que los formula; pero, cuando
se generalizan, ya no se sabe lo que sirve y lo que no, y se cortocircuita
cualquier posibilidad de comunicación sincera. Es una pena. Debe ser que
también he producido anticuerpos intelectuales frente a ese tipo de cosas, ja,
ja.
P. ¿Parece que le das mucha importancia al personaje de
la melena?
R. Es un pequeño
homenaje al más intelectual de mis compañeros. Me inculcó su afición por pasear
entre las casetas de la Cuesta Moyano.
P. Mencionas mucho ese lugar de Madrid…
R. Se nota que
conoces mis escritos. Sí. He pasado muchos ratos recorriendo sus casetas.
P. Bien. Solo me queda agradecerte la entrevista.
R. No, por favor.
Gracias a ti.